
El fútbol formativo femenino se abre paso en La Serena

En la región, el desarrollo formativo de niñas y adolescentes en el deporte comienza a consolidarse como una prioridad, impulsado por el compromiso de clubes locales, el fortalecimiento de infraestructuras y la búsqueda de mayor equidad en el acceso y las condiciones de competencia.
Por Constanza Ávila
El fútbol femenino en Chile transita por una etapa de consolidación que va más allá del profesionalismo adulto. Las categorías juveniles se posicionan como un pilar clave para el desarrollo del deporte, enfrentando desafíos que van desde la equidad estructural hasta la formación técnica. En este contexto, Club Deportes La Serena se ha transformado en un agente activo en la Región de Coquimbo, apostando por el trabajo desde la base.
Diego Álvarez, entrenador de la rama femenina del club, ha estado vinculado al proceso desde su refundación hace tres años, cuando se comenzaron a estructurar formalmente las categorías juveniles femeninas. “La oportunidad se dio en el contexto del proceso de profesionalización del fútbol femenino adulto. Junto a otros profesores tomamos el desafío de formar desde la base”, señala Álvarez, quien destaca los avances alcanzados, sin ignorar las brechas persistentes. “En tres años ya hemos visto frutos, pero queda mucho por hacer”.
Uno de los principales obstáculos que identifica es la desigualdad de condiciones en comparación con el fútbol masculino juvenil. “Cuando un niño está en cadetes, los colegios dan facilidades para entrenar o viajar. Eso no ocurre con las niñas, y muchas veces las familias tampoco las apoyan de la misma forma”, reflexiona. Además, apunta a la limitada competencia a nivel formativo: “No todos los clubes están obligados a tener categoría Sub-16. Eso restringe la cantidad de partidos y experiencia que ellas pueden adquirir”.
Aún así, Deportes La Serena demuestra que es posible avanzar con compromiso. Jugadoras como Gia Castillo y Alanis Veliz reflejan el impacto de este trabajo. Gia, de 17 años, lleva tres temporadas en el equipo y destaca el entorno humano y deportivo: “Mis compañeras me alegran, me cambian el día. Para mí, el fútbol es mi vida. Quiero seguir en esto hasta que ya no dé más”. Motivada por su padre, quien fue en su momento futbolista profesional, Castillo ingresó al plantel decidida a trazar su propio camino. “Le dije a mi papá que iba a jugar y que iba a ser mejor que mi hermano”, recuerda.
Alanis Veliz, por su parte, comenzó a jugar durante la pandemia y fue descubierta en una cancha jugando con varones. Hoy, con 16 años, asegura que el fútbol es su motor diario. “El fútbol para mi es como un pilar”. Aunque entusiasta, reconoce las desigualdades que persisten: “En un clásico masculino, va todo La Serena y Coquimbo a verlos, pero a la femenina no. El colegio tampoco le da el mismo peso que a los hombres”.

Desde el cuerpo técnico, la respuesta ha sido diseñar un sistema de trabajo integral, que nivele capacidades y entregue herramientas físicas y psicológicas. “Creamos estrategias, juegos y ejercicios específicos para nivelar habilidades. No todas parten desde la misma base”, explica Álvarez. El acompañamiento emocional y la formación en valores también forman parte del modelo. “Los valores son fundamentales: empatía, esfuerzo, sentido de pertenencia. Fomentamos un ambiente sano, con apoyo psicológico constante y campañas que promuevan la salud mental y el respeto”.
La infraestructura y el respaldo externo también han sido determinantes. Espacios como el Complejo Los Llanos y el apoyo de la empresa Compañía Minera del Pacífico (CMP) han permitido condiciones mínimas para entrenar. “Nos abren las puertas para entrenar y nos entregan tranquilidad para trabajar. Nos sentimos respaldados”, destaca el entrenador.
En cuanto a proyección, Álvarez es claro: la prioridad debe ser enseñar antes que competir. “La futbolización de las niñas aún es baja. Tenemos que enseñar, traspasar los conocimientos desde el masculino al femenino con paciencia y dedicación”. También subraya la necesidad de políticas públicas que exijan la presencia de categorías formativas femeninas en todos los clubes profesionales del país.
El fútbol femenino juvenil no solo representa una oportunidad deportiva, sino también una herramienta de transformación social. El camino hacia la equidad se construye desde la base, con compromiso, formación integral y el respaldo necesario para que cada niña desarrolle su talento en igualdad de condiciones.
