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Conversamos brevemente con seis estudiantes de educación que coinciden en el esfuerzo para mantener ambas actividades, al igual que el 32,6% de los estudiantes en Chile.
Por Yulissa Jofré
Según la Encuesta Nacional de Juventudes realizada a fines de diciembre del 2018 hasta mayo del 2022, con una muestra de 9.700 jóvenes, el porcentaje de los estudiantes que trabajan y estudian aumentó de un 12% a un 17,7%.
La vida universitaria en conjunto a la situación económica que se vive en el país, ha conllevado que alumnos no sólo dediquen su tiempo en estudiar para rendir evaluaciones, sino que, debido a distintas necesidades han tenido que insertarse en el mercado laboral. Es por esto que han debido equilibrar y compatibilizar sus tiempos de estudios, al igual que el cumplimiento de tareas y el poder rendir de manera exitosa sus jornadas laborales.
Es una realidad social que varios estudiantes requieren de un trabajo remunerado para costear gastos. Tal es el caso de Felipe Guajardo, quién comenta que trabaja para poder sustentar sus estudios, ya que la beca que tiene no costea todo el arancel de su carrera universitaria. Otro caso parecido es el de Gabriela Gutiérrez “trabajo porque vivo arrendada y tengo que costear hartos gastos”. Ambos estudiantes pueden representar el 32,6% de alumnos que trabajan para mantenerse a sí mismos, según los datos de la décima Encuesta INJUV.
A su vez, el trabajar y estudiar también puede entregar aspectos positivos, ya que para algunos estudiantes al ingresar a la vida laboral antes de egresar de su carrera puede entregar beneficios en temas de acercamiento a su profesión. Así lo afirma Javiera Guerrero, estudiante de Ingeniería Comercial que sus fines de semana trabaja como vendedora de joyas. “Me ayuda netamente con mi carrera pues en ella me enseñan sobre mercados, el cómo vender un producto, estudiar a los clientes, etc.” comenta.
Sin embargo, las exigencias a la que los alumnos deben estar expuestos por tener que equilibrar ambas responsabilidades pueden traer consigo desventajas en torno a su salud mental. Matías Tabilo, estudiante de la Universidad de La Serena comenta que “mantener un ritmo constante conlleva un agotamiento físico y mental. Aunque muchas veces depende del trabajo que se ejerza, esto puede generar un mayor estrés, o bien, una menor carga emocional, por lo que podría afectar en el rendimiento académico”.
Para el alumnado sobrellevar ambas tareas podría generar un riesgo para su salud mental debido a la sobre exigencia de tener que cumplir. Francisca Ortiz, Psicóloga afirma que “las consecuencias de estudiar y trabajar están enfocadas en factores estresores, ya que ambas labores requieren de responsabilidad, compromiso y dedicación, puede llegar a ser muy desgastante a un nivel físico y emocional”.
Ante lo anterior, algunos de los consejos es poder distribuir los tiempos, el poseer organización y la búsqueda de apoyo. Tomas Abarca, estudiante de Kinesiología comenta que “si se es organizado se puede lograr todo, al menos yo dejo de lunes a viernes los estudios, tareas y trabajos y el fin de semana me desligo de todo eso”. También se debe considerar incorporar espacios de autocuidado, en caso de situaciones de estrés tomarse un tiempo de respirar y siempre priorizar la salud mental.